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El liderazgo que viene

Actualizado: 22 nov



 

Mucho se habla en estos tiempos de liderazgo, tipos de liderazgo, modelos, características, habilidades, etc. Un sinfín de ríos de tinta, seminarios, cursos, mentorías, coaching, etc. etc.


Yo también hablo de ello, aquí, en mis talleres, cursos, sesiones.


La cuestión es que el papel todo lo soporta. Se nos llena la boca de esto mejor que aquello, esto sobre lo otro, etc.


La experiencia nos dice que cuando llegan mal dadas y, creedme, llegan, tanta formación, cursos, a veces no resisten el envite y nuestros flamantes líderes se derrumban como castillos de naipes.


Sin entrar en polémicas, que no es un escenario necesario al menos aquí, todos podemos recordar y se nos viene a la cabeza alguno de estos personajes que NO estuvieron a la altura cuando se les requirió.


Entonces, ¿dejamos de formar/nos como líderes de nuestras empresas, negocios, comunidades, países…?


No, todo lo contrario. Lo que sí propongo es cambiar de lugar. Es decir, superada la creencia de décadas pasadas de que la persona no debía condicionar al profesional, la apuesta va de darle la vuelta.


“Mírale la vida”, dice uno de mis Maestros, y ahí está la vía de entrada.


No es que hagamos inspección de la vida privada del sujeto en cuestión, sino que indaguemos en su solvencia y coherencia personal, privada y particular para entender el recorrido que trae al cargo, el que sea.


Insisto, no se trata de auditar la vida de nadie, pero sí comprender que si no reúne características adecuadas (y ojo estoy segura de que todo se puede aprender y mejorar) pongamos en recámara la cuestión. ¿Cuál? Si no exigimos un mínimo a las personas que desempeñan cargos donde quiera que se definan esos cargos, no pretenderemos después, en situaciones adversas o poco amistosas que dichos sujetos sabrán estar a la altura.


O sí. Pero mejor con una cierta preparación que no será garantía, estoy de acuerdo, pero al menos no partirá de un vacío personal.


Entiendo también que una coherencia, legitimación, experiencia y, sobre todo, y muy encarecidamente, una ética probada, son cualidades más que exigibles (y muy poco exigidas) en el panorama actual, miremos donde miremos.


Las personas tenemos un recorrido determinado y se nos precisa un perfil determinado para cada desempeño, es ahí entonces donde al líder se le ha de pedir rendición de cuentas de su talla personal, además de la profesional.


El bagaje particular de cada quien ha de contar (o descontar) para según qué cargos. Una formación y prestancia profesional han de estar articuladas con una cohesión interna privada emocionalmente equilibrada y armónica con lo que se le exige.


Las situaciones adversas muy probablemente no podrán ser previstas y la ingente cantidad de variables muy difícilmente podrán ser tenidas en cuenta y valoradas, pero no podemos permitirnos el lujo, en los tiempos tan acelerados y convulsos que experimentamos, de poner al mando del timón a los no contrastados.


La trayectoria personal es importante, la valía profesional, también. Un perfil idóneo o más adecuado será aquel que conecte ambas áreas con una profundidad tal que no descuide ninguna y armonice ambas.


No vale un crack del resultado económico si maltrata a sus colaboradores.

No aplica un bonachón si no sabe tomar decisiones.


Puede sonar básico y grotesco, pero no lo es.


La perfección no existe, pero sí minimiza el riesgo tener todo esto en cuenta y encontrar al líder ideal que aúne, aglutine e integre la mayor parte de todas las habilidades y competencias puestas en juego.


El tipo de liderazgo que buscaremos sin duda pasará por una integridad impecable, tanto pública como privada, que abarque cuestiones universales, en donde el primer encargo a liderar será él o ella mism@. Es decir, todo liderazgo inicia con un autoliderazgo sin paliativos. Ésta es la clave del liderazgo que viene.

 

 

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