El conflicto. Esa palabra que a menudo nos hace querer esconder la cabeza bajo la almohada y esperar a que todo se resuelva mágicamente por sí mismo. Evitar el conflicto puede parecer la opción más fácil y menos incómoda en el momento, pero, qué estamos realmente evitando, qué perdemos en el proceso.
Bueno, parece que lo que más estamos reduciendo es la confianza, ¡sorpresa!
Permíteme guiarte por el laberinto de ironía y desafío mientras exploramos por qué evitar el conflicto no siempre es la estrategia ganadora.
Evitar el conflicto reduce nuestra confianza
Esta es una realidad que no queremos escuchar pero que es muy obvia.
Primero, hablemos de lo obvio: el elefante en la habitación llamado "Conflicto". Ignorarlo no lo hace desaparecer, ¿verdad? De hecho, se sienta allí, acumulando polvo emocional y esperando el momento adecuado para hacer una entrada espectacular.
Mientras tanto, nosotros, los maestros de la evasión, tratamos de convencernos de que no está allí. Pero, ¿sabes qué más no está ahí? ¡La confianza!
Sí, la confianza, ese delicado hilo que une las relaciones personales y profesionales. Al evitar el conflicto, estamos básicamente tirando ese hilo en la lavadora, cruzando los dedos y esperando que salga ileso. Spoiler: rara vez lo hace. Porque cuando no abordamos los problemas de frente, ¿cómo podemos esperar que otros confíen en nuestra capacidad para resolver problemas o enfrentar desafíos?
Luego está la cuestión de la autenticidad. Cuando fingimos que todo está bien y nos escondemos detrás de sonrisas de plástico, ¿realmente estamos siendo auténticos? ¿O estamos interpretando un papel en una obra de teatro llamada "La vida perfecta"? Y, ¿adivina qué? La gente puede oler la falsedad a kilómetros de distancia. ¿Confianza en nosotros? Más bien, confianza perdida.
Hay más. Al evitar el conflicto, también estamos privando a las partes involucradas de la oportunidad de crecer y aprender. Porque, ¿sabes qué es genial? Aprender de los errores. Pero si nunca admitimos que hay un problema, cómo podemos aprender de él, Es como intentar mejorar en un videojuego sin enfrentarnos a la pantalla final.
¿Qué hacemos con el conflicto?
Aquí viene el giro de la trama. A menudo, la razón principal por la que evitamos el conflicto es el miedo. Miedo al rechazo, miedo al fracaso, miedo a la confrontación. El miedo es el mejor amigo de la mediocridad. Nos mantiene atrapados en nuestra zona de confort, impidiéndonos alcanzar nuestro verdadero potencial.
Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto? Bueno, podríamos comenzar por abrazar el conflicto con los brazos abiertos (metafóricamente, por supuesto). Aceptar que el conflicto es parte de la vida y una oportunidad para el crecimiento personal y profesional. Podríamos practicar la comunicación abierta y honesta, incluso cuando sea incómoda. Porque además, la incomodidad es el campo de juego del crecimiento.
También podríamos recordar que el conflicto no es necesariamente algo negativo. Puede ser una oportunidad para aclarar malentendidos, fortalecer relaciones y encontrar soluciones creativas. Y sí, puede ser incómodo al principio, pero como dicen, la comodidad rara vez conduce al progreso.
Así que la próxima vez que sientas el impulso de esquivar el conflicto como si fuera una pelota de fuego, detente un momento y pregúntate: qué estoy realmente evitando aquí, qué estoy sacrificando en el proceso, porque, al final del día, puede que descubras que la confianza es demasiado valiosa para perderla en el juego del escondite con el conflicto.
Ahora que sabes que evitar el conflicto reduce nuestra confianza, es el momento de afrontarlo y como sabemos que es más complicado hacerlo que decirlo, si necesitas ayuda o no sabes muy bien como enfrentarte a él, puedes escribirme al mail o a través del formulario de contacto.
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